José Gálvez Egúsquiza |
La muerte de José Gálvez
"La "Blanca" mandada por el audaz mejicano Topete, rivalizando con la “Numancia," era la que mas se había aproximado á nuestros fuegos, y que con empeño asestaba los suyos la torre de la Merced. Sin que se haya podido descubrir hasta ahora la verdadera causa, de repente se incendiaron en ella algunos saquetes de pólvora de 45 libras, que para las nuevas cargas se habían extraído del polvorín.
Una columna inmensa de fuego, humo y polvo se elevó hasta las nubes, y cuando principió á disiparse, se vió descender á manera de estopas, los restos despedazados de sus valientes defensores. Gálvez, Borda, Montes, Salcedo, Alarco, y Nieto habían desaparecido de la tierra, y volado al cielo á recibir la corona del martirio.
Después de la explosión, la torre y sitios inmediatos, ofrecían á la vista el terrible cuadro de una masa deforme de miembros palpitantes, sangre, ceniza, tierra y retazos de uniformes. Los alaridos de los estropeados ó abrasados por el incendio, eran desgarradores. Por fortuna los jóvenes que se habían asociado para prestar auxilios en casos de esta naturaleza, acudieron al instante por entre las balas del enemigo, y prestaron oportunos servicios.
De entre esa horrorosa mezcla de tierra y de cadáveres destrozados, mas tarde se extrajeron los de Gálvez, Borda y Salcedo. El de Gálvez estaba medio carbonizado; en su semblante se notaban cierta bravura, con que parecía desafiar á nuestros enemigos. De Borda solo se encontró una mano sosteniendo todavía con firmeza el anteojo con que había dado dirección a los cinco tiros que se había disparado de la torre. El capitán D. Juan F. Salcedo, natural de Chile, era un buen oficial; al estallar en el Perú la revolución, se había agregado á ella con licencia de su gobierno; prestó servicios á la causa de los pueblos, y quiso concluir sus nobles propósitos muriendo al pié de uno de los cañones destinados á
vengar el ultraje de Valparaíso. Su semblante revelaba la serenidad del que está resuelto á morir por la libertad. Montes y Alarco, jóvenes valientes y entusiastas; no fueron encontrados sus restos; pero han dejado esculpidos sus nombres con caractéres indelebles, entre los de los héroes del 2 de Mayo."
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Urrea, José Celedonio "Una página gloriosa para la historia del Perú ó el 2 de mayo de 1866". Lima, 1866.
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